En la segunda mitad del siglo XVI Fernando Álvarez de Toledo, III duque de Alba, fue una figura determinante en la corte del rey Felipe II. Él cimentó su poder en una técnica infalible: se dedicaba a pintar escenarios de conflictos y obstáculos de todo tipo, para luego, apoyándose en tales presagios, negar lo que se le solicitaba. Y vaya que le funcionó el método.
Ahora en el primer tercio del siglo XXI encontramos a muchos ém