La república democrática está muerta. La cultura pluralista en el ejercicio del poder, también. La vitalidad creativa y esperanzadora, por ejemplo, de casi todo el sector mediático, académico o artístico, otro tanto. La actividad productiva seria y sólida, por lo menos anda moribunda.
Los derechos ciudadanos en salud o educación o servicios públicos son una especie en extinción. Ni hablar de las libertades pol&iac